Tlaxcala

Mil y un matrimonios en una sola vida

En la vida, las personas solemos casarnos, pero no solamente con otra persona, sino que nos casamos con una religión, con una ideología, con una cultura, con una identidad, con un equipo de futbol, con un partido político, en fin, hay infinidad de cosas con las que nos podemos casar.

Hay veces esos “matrimonios” nos los imponen nuestros padres. Si usted nace en una familia católica de derecha, probablemente su primer matrimonio será su bautizo y también con la derecha, con el capitalismo, y con el conservadurismo.

Llega la adolescencia y tal vez se quiera divorciar, rebelándose a sus padres, lanzándose a la izquierda y peleando por su derecho de casarse con las ideas que le den la gana, abandonando la religión, peleando por los derechos de la comunidad LGBT, asistiendo a manifestaciones para que prohíban las corridas de Toros, peleará por la educación “laica y gratuita” y ¿Por qué no?, dirá que el Capitalismo salvaje solamente abre la gran brecha entre ricos y pobres…

Mis hermanos, por ejemplo, estaban casados con el América, y yo como buena rebelde, me casé con los Pumas. Hay matrimonios que uno concreta hasta para darse el gusto de llevarle la contra a la familia o a la comunidad donde uno pertenece.

En fin, podremos casarnos con la idea de que hay que vacunarse rápidamente, o podemos pensar que todo es un gran complot para controlar a la humanidad y que por eso habrá que evitar a toda costa las vacunas.

Una vez casados, perdemos la capacidad de leer o escuchar correctamente.

Le pido al lector que imagine que es argentino, con la idea de que Diego Armando Maradona fue el mejor futbolista de la historia del Futbol. Que sucedería en su mente si en este momento empezara a leer que Maradona fue un tramposo, drogadicto y que era una persona que estaba muy lejos de ser una buena persona y que le presentara dentro de mi escrito argumentos contundentes. ¿Cómo me leería? Probablemente su mente viajaría más rápido que la velocidad de la luz para pensar como contestarme o mas bien como recordármela…

Pensará que soy una “feminazi” que no se nada de la vida, o tal vez que por ser mexicana no se lo que escribo y que soy una ignorante. O quizá pensará que le estoy “faltando al respeto” a la memoria de alguien que acaba de fallecer y que no se apreciar a un “Grande” del Futbol.

Ahora le voy a pedir al lector que imagine que odia a Donald Trump, y que está casado con la idea de que tiene que salirse de la Casa Blanca lo antes posible. Qué pasaría si en este momento leyera en este artículo que su servidora piensa que fue un gran error por parte de los americanos el haber votado por Biden.

Qué Trump es la única persona capaz de revivir la economía de Estados Unidos y que además está logrando firmar tratados de paz en Medio Oriente, hecho que ningún presidente anterior había logrado. Qué Trump tenía razón a la hora de decir que “no puede ser peor el remedio que la enfermedad” y que no puede “reventar” la economía de Estados Unidos por un virus porque se va a perjudicar mas a la gente si los encierran a todos en sus casas, que, si los dejan salir a trabajar, que habrán niños que morirán de hambre, que habrán más divorcios, gente deprimida, aumentará el consumo de drogas y alcohol y se elevaran los feminicidios. 

Seguramente sería el último artículo que leería de su servidora. Dirá que soy una “chayotera” pagada por el gobierno Republicano, para que hable bien de Trump, y que soy una traidora al pueblo de México por hablar bien de un presidente que quiere construir un “Humillante Muro” en nuestra frontera.

Se dejará llevar por todas sus emociones y a lo mejor intentará viralizarme en Twitter con los tan famosos “ladys” como por ejemplo “lady traidora” o “lady malinche”.

El problema que tenemos es que al casarnos con nuestras ideologías dejamos de tener pensamiento crítico cuando leemos o escuchamos. Los que amaban a Calderón y a Peña, “retwittean” y repiten en sus conversaciones lo que dicen Ciro Gomez Leyva, Ricardo Alemán, o Loret de Mola por citar algunos ejemplos. Los que son amantes de la 4T escucharán y repetirán los argumentos de Fernandez Noroña, del Chapucero y ¿Porqué no?, de Carmen Aristegui que sigue con todas las ganas de que encierren a Peña a Cien Fuegos y seguirá invitando mil veces a Anabel Hernandez para que muestre como todos ellos no eran mas que una bola de corruptos, por no decir otras palabras.

Entonces nos tragamos sin filtro todo lo que nuestro periodista, jugador de futbol, político, o sacerdote nos diga o escriba, pues ya nos casamos y les somos más fieles que a nuestro(a) cónyuge…

Me pregunto entonces, ¿Podremos algún día leer algún reportaje sin que nuestros matrimonios se inmiscuyan? ¿Podremos divorciarnos de una buena vez de todo y abrir la mente para poder PENSAR y ANALIZAR los diferentes argumentos?

¿Podría, por ejemplo, no ponerme feliz cuando me dicen que el América está fuera de la liguilla? Bueno, eso para una Puma como yo, ya sería pedir demasiado, pero tal vez si pudiera escuchar a un Sacerdote, Rabino o Imán (aun que no sea religiosa) y pensar que algo bonito podría aprender de su sermón, aunque esté casada con la idea de que las religiones se hicieron para manipular a las masas,  o tal vez pudiera leer un artículo científico que me compruebe que el virus del COVID realmente salió de un murciélago y no de un laboratorio siniestro chino y no mentarle la madre al autor de dicho artículo?

Lo reto, estimado lector, a dejar todos sus matrimonios fuera, entrar a un “Motel” cerrar la puerta e intentar escuchar y leer con la mente libre de prejuicios, aunque esto implique serle “infiel” a sus ya tan arraigadas ideologías y que me cuente ¿Qué tal le fue? ¿Qué se siente intentar, aunque sea por un momento, salirse de uno mismo, ser objetivo y tener el PODER DE CAMBIAR SU PROPIO PUNTO DE VISTA?

Ma. C.P. Adela Zonana