Son las 7am. Enciendo la radio del auto. Aparece Sofía Sánchez Navarro hablando de que está mal hacer eso o está mal hacer lo otro.
Al escucharla, siento que me está hablando mi mamá. Luego empieza a hablar de que «a las mujeres debe gustarnos ser sensibles» y una bola de cosas que me parecen absurdas.
Me cansa y cambio de estación. Un comercial diciendo «Quédate en casa» y pienso en ese momento, «si les hubiera hecho caso, llevaría un año encerrada, y sin trabajo, que horror».
Finalmente llego al «Sope» y me apuro para empezar a correr. Me tomo una «selfie» y la subo al Face, 5 minutos más tarde se enciende una pequeña luz morada de mi BlackBerry (aunque usted no lo crea, todavía existen y son maravillosos) y la luz me indica que me llegó una notificación del Face. Dejo de correr y la abro (por supuesto que soy adicta a la «inmediatez» y no puedo esperar a terminar de correr para abrirla y supongo que Sofía Sánchez Navarro ya regañó sobre este tema en alguna de sus transmisiones). Veo la notificación, alguien comentó la foto. El comentario dice: «¿Y el cubrebocas?».
El día transcurre y cuando finalmente termino de correr, bañarme, desayunar y llegar a la oficina, me siento y enciendo mi PC (también otra antigüedad que me encanta, ya que no me gusta la «Mac») como tarda una eternidad en encenderse y soy adicta a la «inmediatez», abro mi Twitter. En las tendencias veo «Lady Tres pesos» y en lo que enciende la PC leo que la pobre mujer, ese día estaba de malas y le gritó a un empleado porque no dejaban entrar a su hija y no querían pagarle el estacionamiento.
Todo el mundo comentó lo mal educada y equivocada (por no decir otras palabras) que era la señora, como si todos estuviéramos libres de pecado para lanzar la primera piedra.
El día transcurre sin contratiempos y en mi hora de comida decido entrar a Google y buscar «El Covid fue creado en un laboratorio» los resultados fueron:
- «Coronavirus: razones por las que NO se creó en un laboratorio»
- «El Covid 19 no fue creado en un laboratorio según…»
- «Coronavirus: no es una creación de laboratorio»
Me doy por vencida, pues en Google no encuentro artículo conspirador que satisfaga mi curiosidad y me lanzo a YouTube.
En YouTube aparece una leyenda que dice: «Covid 19. Obtén la información más reciente de la Secretaría de Salud sobre el Covid 19»
Cansada y harta de sentir la censura a todo lo que da, termino el día trabajando y regreso a casa. Abro el WhatsApp y veo varios mensajes de grupos que tengo silenciados «para siempre».
En ellos veo varios vídeos, entre ellos:
– El sermón de un sacerdote diciendo que debemos ser mejores personas y no hablar mal de la gente (parece que los que criticaron a Lady Tres pesos no escucharon este sermón).
– Otro vídeo que dice que debo ser agradecida con la vida y que bla bla bla.
– Otro que debo meditar antes de dormir.
Ceno con mis hijos y nos vamos a dormir.
Antes de cerrar los ojos llegó a mi mente la siguiente reflexión:
¡Caray! Soy un adulto de casi 42 años, ¡Ya no necesito que todo el día me estén educando! Pero si esto es lo que aparece en todos lados es porque nos gusta que nos eduquen.
Parece que seguimos siendo niños y queremos que una locutora de radio, la gente, el cura o el rabino nos sigan diciendo como tenemos que ser, que tenemos que sentir y como debemos de actuar.
¿Por qué no mejor intentar ser libres y decidir por nosotros mismos?
Porque la libertad implica un riesgo: La Responsabilidad. Finalmente, si hacemos lo que nos dicen, nos liberan de la responsabilidad si » la regamos» y no sólo eso, nos liberan de pensar, de reflexionar, de decidir. Nos liberan del miedo de actuar por nosotros mismos. Paradójicamente, si nos liberan de todas esas cosas, nos ESCLAVIZAN y nos forman a su modo.
Es por eso por lo que tomé la decisión de «dejar de escuchar» todo lo que me suene a educación y dejar que mi sentido común (que como bien dijo Voltaire, es el menos común de los sentidos) me guíe por este sinuoso y misterioso camino de la vida. Si me equivoco, no tendré a quien echarle la culpa, pero al menos tendré la satisfacción de que un día tomé las tijeras, corté los hilos y dejé de ser «una marioneta más del sistema».
Ma. C.P. Adela Zonana
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