El cáncer es una de las enfermedades que sufren una de cada cinco personas a lo largo de su vida y que, por extensión afectará a cada familia, este dato se registra en el marco del Día Mundial de Lucha contra el Cáncer.
La expansión del cáncer es inevitable y si la evolución actual se mantiene dentro de veinte años habrá un 60 % más de casos en el mundo, a pesar de que las medidas para reducir su incidencias no tienen un coste prohibitivo como se suele creer, alertó hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La agencia, que estos días concentra sus esfuerzos en ayudar a los países para contener el nuevo coronavirus, presentó hoy sendos informes relacionados con las tendencias sobre el cáncer y las formas más inteligentes de invertir el dinero público para ponerlo bajo control.
El acento se pone en la situación de los países de ingresos medios y bajos, donde se estima que el incremento de casos será del 81 % en las próximas dos décadas, lo que sin duda tiene que ver con que sólo el 15 % de estos países cuentan con servicios integrales para su tratamiento, frente al 90 % de países de ingresos altos.
Cifras y Prevención
En cifras y según las estadísticas más recientes, esto significa que más de 18,1 millones de personas sufrían algún tipo de cáncer en 2018 y que 9,6 morían a consecuencia de ello.
Sin embargo, al ritmo actual ambas cifras se habrán duplicado en 2040, con la mayor incidencia (dos tercios del total) en los países de ingresos medios y bajos.
Especialistas que presentaron estos resultados a la prensa en Ginebra dijeron que no se puede esperar para acelerar todas las medidas de control necesarias, desde las dirigidas a la prevención hasta el diagnóstico, tratamiento, gestión, cuidados paliativos y vigilancia.
“Cada año que pasa sin un control efectivo, la respuesta (al cáncer) es más costosa y aumentan las muertes que podrían haberse evitado”, dijo el director general adjunto de la OMS para enfermedad no transmisibles, Ren Minghui.
Otro de los principales mensajes del informe es que contrariamente a la percepción generalizada de que el cáncer es una enfermedad cara de afrontar, “esto no tiene que ser así” y que inversiones razonablemente bajas podrían evitar hasta 7 millones de muertes en los próximos diez años.
Si las autoridades sanitarias se centran en una serie de intervenciones prioritarias la inversión requerida en ese periodo para atajar el cáncer en los países de bajos ingresos sería de solo 2,7 dólares por persona.
En los países de la categoría de ingresos medios-bajos se elevaría a 3,95 dólares y en los de ingresos medios-altos debería ser de 8,15 dólares por persona, importes que “están dentro de lo factible” y que tumban la idea de que el cáncer es una enfermedad que implica costes exorbitantes.
Otra clave se encuentra en la prevención mediante medidas bien conocidas y de las cuales las principales tienen que ver con la reducción del consumo de tabaco (responsable del 25 % de muertes) y la vacunación contra la hepatitis B, que previene el cáncer de hígado, y contra el virus del papiloma humano que causa el cáncer de cuello uterino.
Están también los diagnósticos precoces, así como estilos de vida que incluyen mantener una actividad física regular, tener una dieta sana y luchar contra la contaminación de los alimentos, el agua y los suelos, aunque en este último caso la OMS reconoce que no se puede actuar de forma individual sino a través de políticas públicas.
La prevención ha demostrado su eficacia en los países de altos ingresos que han podido financiar programas de exámenes médicos preventivos, así como tratamientos de calidad, todo lo cual les permitió disminuir en un 20 % la mortalidad prematura entre los años 2000 y 2015.
En ese mismo periodo, los países de escasos recursos sólo pudieron reducirla en un 5 %.
De manera general, los expertos de la OMS consideran que los diagnósticos tempranos son la mejor alternativa para entre un tercio y hasta la mitad de todos los tipos de cáncer que no pueden prevenirse.
El problema es que cuanto más pobre es el país los casos de cáncer tienden a detectarse cuando la enfermedad está avanzada y los tratamientos son menos efectivos, más caros y con mayores efectos adversos.
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